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El creador de la bomba atómica, de cuya vida saldrá a la luz una película dirigida por Christopher Nolan, ofreció sus meditaciones sobre el futuro de la humanidad ante el público mexicano.

Es necesario «rehacer las instituciones humanas, tal como necesitan ser reformadas, para que pueda haber paz”, señaló hace 60 años, Robert Oppenheimer, considerado el padre de la bomba atómica, cuando visitó México y dictó su conferencia Meditaciones sobre la ciencia y la cultura. ¿Qué les dijo a los mexicanos que lo escucharon en el siglo XX? Esto es lo más importante de su mensaje.

Después de que se convirtió en el “destructor de mundos”, con el desarrollo de la bomba atómica, Oppenheimer entró en un dilema moral que lo llevó a reflexionar sobre las implicaciones de la ciencia aplicada, dentro del momento cultural en el que le tocó vivir. Hoy cobra relevancia el mensaje, pues tecnologías como la edición genética CRISPR o las redes 5G pueden usarse tanto para el progreso como para fines nocivos.

A este tipo de problemas Oppenheimer se adelantó en su momento y, en México, señaló cuál era el camino a seguir para salvar a la humanidad de su propio progreso científico.

¿Cuál es el mensaje que Oppenheimer dio en México?

 

La conferencia que dictó en el Instituto México-Norteamericano de Relaciones Culturales fue dictada para “los mexicanos del siglo XX”.

Se trató de una serie de reflexiones acerca de las relaciones que existen entre la ciencia y la cultura y de cómo la época en la que le tocó vivir coincidía con un momento histórico, a partir del cual el mundo comenzaría a cambiar para siempre.

Oppenheimer insiste en que, a diferencia del arte, la acumulación de conocimiento científico tiene un carácter irrevocable que ningún afán podría borrar y que, por tanto, todo descubrimiento y aplicación práctica tendría un efecto para toda la humanidad. A veces con un carácter de consecuencias inimaginables e incontrolables.

No obstante, declaró que la ciencia no escoge para qué fin serán utilizados los conocimientos desarrollados, por lo que llamó a que se desarrolle la moral y abogó por una especie de política pública que ayudara a regular estos avances.

Estas ideas de Oppenheimer pueden observarse, por ejemplo, en el surgimiento de instituciones como el Organismo Internacional de Energía Atómica o el equivalente que los creadores de ChatGPT piden para regular la Inteligencia Artificial.

“Se ha hablado mucho de que hay que desembarazarse de las bombas atómicas. Simpatizo con esas pláticas, pero no debemos engañarnos. El mundo no va a ser el mismo, sin que importe lo que hagamos con las bombas atómicas, porque el conocimiento de su fabricación no puede conjurarse. Ese conocimiento existe, y todas nuestras adaptaciones para vivir en una nueva era deben tener en cuenta su presencia virtual y omnipotente, así como el hecho de que no podemos modificar ese estado de cosas”, dijo para ejemplificar su idea.

Ética y progreso

 

Pero, a pesar de que en su momento dudó sobre la cuestión ética de la invención de la bomba atómica, Oppenheimer llamó a no confundir los dos tipos del progreso humano: el científico y el moral. Y que mientras el primero es siempre hacia adelante, el segundo puede tener retrocesos.

Cuando “nos lamentamos de realizar un progreso notable en las investigaciones cibernéticas y espaciales, sin que hayamos logrado un adelantamiento moral comparable, se incurre en una falta absoluta”, indica el científico.

La libertad y la democracia en la ciencia

 

Entre sus reflexiones, señala que, tras el renacimiento de la ciencia en el mundo occidental, la democracia y los valores de libertad individual y de erradicación de la exclusión arbitraria de la diferencia fueron los valores que llevaron al quehacer científico a su esplendor actual. Un potencial que, sin embargo, plantea nuevos problemas económicos y sociales.

Sobre la libertad, también señala que la ciencia tiene libertad al principio para elegir qué investigar, pero luego está determinada por la realidad que encuentra. No tiene libertad sobre los hechos que descubre

 

¿Cómo asegurar la paz en el mundo?

 

Cuando Oppenheimer dictó su conferencia, un mundo habitado por 3,000 millones de personas ya había conocido el potencial devastador de la bomba atómica. Y observó que, a pesar de las grandes mutaciones y desarrollo científicos, se había “perdido en tan gran proporción la capacidad de comunicarnos mutuamente”. Y dejó en claro que si bien la ciencia es internacional, con pequeñas diferencias entre México, Japón, Francia o Estados Unidos, la cuestión cultural es local. Oppenheimer espera que estas singularidades entre las diversas culturas no se pierdan nunca en “una homogeneidad completa”.

Y señaló su interés en que el diálogo entre las diferentes culturas y tradiciones será fundamental para “rehacer las instituciones humanas, tal como necesitan ser reformadas para que pueda haber paz”, para que la humanidad pueda soportar “con mayor amplitud los compromisos éticos sin los cuales propiamente no podemos vivir como hombres”.

En un contexto donde la Guerra Fría estaba en su auge, Oppenheimer llama, al menos a los miembros de la comunidad científica a quienes dirigía su discurso: “Para comenzar, debemos aprender de nuevo, sin desprecio y con paciencia, a establecer comunicaciones recíprocas, y debemos escuchar”.

Así el mensaje de Oppenheimer en México, aunque se sabe que no fue la única vez que visitó el país. De hecho, Oppenheimer tuvo una relación cercana con el físico mexicano Marcos Moshinsky, quien fue uno de los estudiantes de Oppenheimer en la Universidad de California, Berkeley. Moshinsky, a su vez, se convirtió en un destacado científico y profesor de física en México, donde realizó importantes contribuciones en el campo de la física nuclear y la teoría cuántica.

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