Vie. Nov 22nd, 2024

El primer salto en paracaídas de la historia tuvo lugar en París, desde 350 metros de altura un 22 de octubre en 1797, hace 216 años. André-Jacques Garnerin está considerado como el primer paracaidista de la historia ya que además de ejecutar el primer salto con un paracaídas siguió saltando con éxito y de forma regular. Entre sus logros dentro de una cesta y con una especie de «paraguas gigante» amortiguando su caída están el haber saltado desde 2.430 metros de altura sobre Londres.

Pero no sólo él en su familia se dedicó a esta aficción. Su mujer Genevieve Labrosee también fue la primera mujer en saltar en paracaídas tan solo un año después de su primer salto. Su sobrina también saltó cuarenta veces, comenzando 18 años después que el.

Pero André-Jacques Garnerin no fue el inventor de este artefacto. En 1783, Louis-Sebastien Lenormand desarrolló un prototipo de paracaídas de dos paraguas que le permitió saltar con seguridad de un árbol de considerable altura gracias a la estabilidad que conseguía durante el descenso.

André-Jacques Garnerin nació en París en 1769. Estudió física, se interesó en los globos de aire caliente y abogó por su utilización para fines militares. Posteriormente se unió al ejército francés, y sería durante su época como prisionero de guerra en Hungría donde André Jacques Garnerin comenzó a experimentar con paracaídas intentando encontrar una solución para escapar de las altas murallas de la prisión.

Sin embargo, el artilugio con el que André-Jacques Garnerin hizo el que se considera el primer salto de exhibición de la historia distaba mucho de la imagen actual del paracaídas. Más parecido a un enorme paraguas hecho de seda con un alto poste como sostén de la estructura, Garnerin consiguió subirlo a una altitud de 900 metros valiéndose de un globo de hidrógeno.

Mucho antes de que Felix Baumgartner concentrara la atención de medio mundo con su salto estratosférico, miles de personas concentradas en el encantador parque parisino de Monceau se temieron lo peor ese 22 de octubre de 1797 al observar los violentos movimientos del paracaídas que transportaba a André-Jacques Garnerin mientras descendía de las alturas. El paracaidista francés todavía no había desarrollado los agujeros de ventilación que habrían permitido un descenso más estable, pero serían sus experimentos los que llevarían al astrónomo Jerôme Lalande, testigo de sus exhibiciones, a idear la abertura superior que conseguiría reducir estas peligrosas oscilaciones.

A pesar de todo, la exhibición sería un éxito y, después de un aparatoso descenso que finalizó con un choque y daños en la estructura, André-Jacques Garnerin había llegado al suelo con su paracaídas y sin ningún rasguño.

Garnerin también sería el responsable del primer salto en paracaídas de una mujer. El honor, en este caso, fue de su esposa, Jeanne-Geneviève Garnerin, que dos años después descendió desde una altura de 900 metros.

Durante su vida, André-Jacques Garnerin sería protagonista de muchos otros prodigiosos saltos en paracaídas. De entre ellos, destaca el realizado sobre Londres desde aproximadamente 2.340 metros de altitud.

La vida de André-Jacques Garnerin estaría marcada por el paracaidismo y la aeronáutica incluso en el momento de su muerte, en su ciudad natal el 18 de agosto de 1823. El francés, después de haberse jugado la vida en numerosas ocasiones en las alturas, acabaría perdiendo la vida con los pies en el suelo. Mientras hacía los preparativos para un vuelo en globo, André-Jacques Garnerin fallecía tras ser golpeado en la cabeza por una viga.

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