La huida de presuntos pandilleros de El Salvador por las detenciones masivas durante el régimen de excepción que está cerca de cumplir un año en su país llevó a extremar la vigilancia de fronteras en lugares como Guatemala, Honduras o el sur de México.
Pero la presencia de estos grupos en México no es nueva. De hecho, se estima que la Mara Salvatrucha (MS-13) está en ese país desde inicios de este siglo y, de una manera más formal, desde que hace casi una década creó uno de sus proyectos más ambiciosos: el llamado Programa México.
Con él, la mara trató de extender su poder en las calles de El Salvador más allá de su territorio. Sin embargo, lo cierto es que su presencia es muy poco conocida en México, donde sus autoridades tienen a los grandes carteles del narcotráfico como prioridad de combate dentro del crimen organizado.
Fue a finales del pasado mes de febrero cuando la atención mediática sobre el Programa México aumentó gracias a que Estados Unidos dio a conocer una acusación por cargos de crimen organizado y terrorismo contra 13 importantes líderes de la MS-13, así como la detención de tres de ellos en territorio mexicano.
Según el documento judicial, la MS-13 se alió en México con carteles para traficar droga y consiguió financiación controlando rutas de migrantes como la que recorre el conocido tren de carga «La Bestia».
Los migrantes eran extorsionados a cambio de «seguridad» durante su paso por el país camino a EE.UU. y, si se negaban a pagar, eran en ocasiones lanzados desde lo alto de los vagones causándoles graves daños o incluso la muerte. También asesinaron a rivales de otras pandillas o a miembros de la propia MS-13 que trataban de huir mediante esta ruta.
Sin embargo, tras la reciente detención y deportación a EE.UU. de algunos de sus líderes, ¿cuál es la situación actual y futuro del Programa México? ¿Se está fortaleciendo gracias a la llegada de mareros que huyen de la «guerra contras las pandillas» en El Salvador?
El nacimiento del Programa México
La MS-13 está presente en México, al menos, desde los primeros años de la década de los 2000.
Algunos grupos se localizan especialmente en el sureño estado de Chiapas -fronterizo con Guatemala y lugar de paso de miles de migrantes centroamericanos cada año- y en el área de Tijuana que limita con California -compuesto aquí principalmente por personas deportadas de EE.UU.-.
El Programa México, sin embargo, tuvo como base central de operaciones el municipio de Celaya, en el estado central de Guanajuato, aunque después se extendería por al menos otros seis estados como muestra este mapa con base en información de la Policía Nacional Civil de El Salvador.
Fue en Celaya donde se asentaron entre 2014 y 2015 pandilleros liderados por Hugo Armando Quinteros Mineros, alias Flaco; y Francisco Javier Román Bardales, alias Veterano; quienes llegaron a México enviados por la Ranfla Nacional (la estructura de mando de la pandilla).
La situación en El Salvador por aquel entonces era convulsa. La tregua iniciada por las maras en 2012 había terminado. La violencia y matanzas se habían recrudecido -así como los enfrentamientos de la MS-13 con grupos rivales-, y el gobierno alistaba las llamadas «medidas extraordinarias» para cortar todo tipo de comunicación desde y hacia los pandilleros en las cárceles.
Es en este contexto que miembros de la MS-13 de alto rango llegaron a México para establecer este programa. Según la investigación de EE.UU., uno de sus objetivos era ampliar la estructura de la pandilla para tener una especie de cúpula alternativa en caso de que las autoridades salvadoreñas lograran reducirlos en el país centroamericano.
«El Flaco fue enviado a México para conseguir droga y armas, para servir de traficante de personas entre Centroamérica y México… y que así la Mara Salvatrucha tuviera una extensión. Pero eso no quiere decir que se iban a asentar en México, sino que iban a hacer operaciones para El Salvador desde aquí», matiza Carlos García, periodista e investigador mexicano experto en pandillas centroamericanas.
La relación con el narco
A la hora de asentarse en México, los miembros de la MS-13 tuvieron que relacionarse con unos interlocutores inevitables y necesarios para sus actividades: los poderosos grupos de narcotráfico del país.
Según la acusación de EE.UU., la pandilla se habría aliado en determinados momentos con el cartel Jalisco Nueva Generación, el cartel de Sinaloa, el cartel del Golfo y los Zetas.
En 2017, la Fiscalía de El Salvador ya hizo público como parte de las investigaciones de la llamada «Operación Jaque» que la MS-13 se había reunido meses antes con el cartel de Sinaloa, con el que acordaron importar droga hacia Centroamérica y del que lograron el compromiso de que los pandilleros podrían circular por México.
La Fiscalía también apuntó a que altos mandos de la pandilla fueron enviados para negociar directamente con Joaquín «el Chapo» Guzmán, entonces líder del cartel, si bien no aclaró si esa reunión finalmente se celebró.
En entrevista con BBC Mundo, García niega cualquier posibilidad real de «competencia» por el negocio entre ambos grupos criminales.
«No mantenían una relación de compañerismo sino comercial, de compra de droga para enviar a El Salvador. La MS-13 no iba a venderla en México y ganarle esa venta al cartel, ni tiene la capacidad ni la infraestructura de un grupo de narcotráfico», dice el corresponsal del portal especializado Insight Crime.
Bryan Avelar, periodista salvadoreño, coincide al señalar que «no se trata de una relación de iguales, sino que las pandillas están supeditadas a las órdenes de los carteles y trabajan para ellos de una forma bastante menor».
Actualmente basado en la frontera sur de México, Avelar asegura que en dicha zona «ninguna ruta de los migrantes es controlada actualmente por la MS-13, como sí lo podía ser hace más de una década. Las pandillas no representan un peligro para los carteles mexicanos».
El futuro de la MS-13 en México
Washington dio a conocer que, tras ser capturados en México a finales de febrero, habían sido extraditados a EE.UU. tres importantes líderes de la MS-13 acusados de coordinar la expansión de la pandilla desde El Salvador hacia el país azteca.
Entre ellos están Marlon Antonio Menjívar Portillo, alias Rojo, y Vladimir Antonio Arévalo Chávez, alias Vampiro, considerados dos de los cabecillas.
Estos arrestos supusieron un revés tan duro para el grupo organizado en México que, de hecho, podría ser fatal para su supervivencia.
«Sin duda, esto ha sido un golpe por el que el Programa México está ahora en sus últimos días. Y la comunicación con El Salvador no existe, dadas las condiciones del penal de máxima seguridad donde los tienen allá. Es decir, los pandilleros que quedan en el Programa México están aislados», opina García.
Uno de los mayores temores es que los miembros de la mara que huyeron de El Salvador en los últimos meses por miedo a ser encarcelados en estas duras condiciones pudieran fortalecer la presencia de la MS-13 en México. El año pasado, la Fiscalía de Chiapas en el sur del país puso en marcha un operativo antipandillas y detuvo a decenas de presuntos miembros de las maras salvadoreñas.
«Es cierto que están llegando muchos pandilleros a la frontera sur huyendo del régimen de excepción que pueden estar engordando las estructuras en México, pero todavía no hay elementos suficientes como para decir que la MS-13 se está trasladando hacia México», le dice Avelar a BBC Mundo, quien destaca además que «lo que quieren muchos de ellos es llegar a EE.UU. para alejarse lo más posible de El Salvador».
García es aún más tajante al rechazar «en absoluto» cualquier posibilidad de que México pudiera convertirse en el nuevo principal centro de operación de la MS-13. «Los pandilleros que huyen ya no quieren dedicarse a acciones delictivas por el miedo de que los deporten a su país y acaben en las peores condiciones», asegura.
Además, agrega que «aunque en México existen y han existido cientos de pandilleros, estaban diseminados. Y un pandillero desperdigado no representa a la Salvatrucha ni significa que esté realmente activa. Por eso creo que la MS-13 no representa actualmente ninguna amenaza en México«.
Quizá por ello, capturar a estos líderes pandilleros no parece haber sido en absoluto una prioridad para las autoridades mexicanas.
«Pese a que estos líderes de la MS-13 llevan tantos años en el país, no ha sido hasta ahora con una operación liderada por el FBI que han sido detenidos. Esto demuestra que México no le está dando la importancia suficiente a combatir a la pandilla sino que es EE.UU. el más interesado en capturarlos y extraditarlos», subraya Avelar.
Negociaciones con pandillas
Pese a todo, García cree que si EE.UU. ha tardado tantos años en actuar contra los líderes del Programa México podría responder a que la reciente acusación judicial y detenciones tienen también tintes políticos basados en la situación actual de El Salvador presidido por Nayib Bukele.
«Esa acusación entra en el contexto de evidenciar las negociaciones de Bukele con las pandillas. Es una manera de tratar de golpear al gobierno salvadoreño buscando pandilleros en suelo mexicano que extraditar y que puedan hablar de este tema», afirma.
En efecto, el documento judicial estadounidense también señala a varios de los pandilleros acusados de tener roles importantes en las supuestas negociaciones entre la MS-13 y dos funcionarios de alto rango del actual gobierno salvadoreño para que redujeran sus homicidios entre 2019 y 2021.
El dictamen destaca que esta disminución de asesinatos «benefició políticamente al gobierno de El Salvador, al crear la percepción de que estaba reduciendo la tasa de asesinatos», si bien la MS-13 continuó autorizando crímenes en los que «los cuerpos de las víctimas fueron enterrados o escondidos».
Estos diálogos, sacados a la luz anteriormente por extensas investigaciones periodísticas como las del diario digital El Faro, han sido siempre negados por el gobierno de Bukele.
Los supuestos acuerdos, según Washington, suponían beneficios carcelarios para la MS-13 a cambio de ejercer su influencia en comunidades bajo su control de cara a garantizar la victoria del partido de Bukele en las últimas elecciones y de que el gobierno les garantizara que los líderes de la pandilla no serían extraditados a EE.UU.
«Esta acusación judicial traslada el mensaje de que si la cúpula de la MS-13 está resguardada en México, puede ser trasladada directamente hacia EE.UU. Y eso no representa un riesgo solamente para la pandilla, sino también para el gobierno de Bukele si estas personas señaladas de participar en negociaciones pudieran llegar a declarar ante una Corte», subraya Avelar.
«Esto es una idea que parece generarle miedo al presidente por el alto costo que podría suponerle, ya que se ha negado en reiteradas ocasiones a extraditar a los máximos líderes de las pandillas como ha solicitado EE.UU.», añade.
Una de esas peticiones de extradición recae sobre Flaco, uno de los fundadores del Programa México, y quien permanece detenido en El Salvador desde hace dos años.
Aunque uno de los casos más polémicos fue posiblemente el de Elmer Canales Rivera, alias el Crook, arrestado en 2021 y liberado meses después por las autoridades salvadoreñas «a pesar de la Notificación Roja de Interpol y la solicitud de extradición pendiente de EE.UU.», señala la acusación de Washigton.
Según reportes de El Faro, el lugar al que el Crook se habría trasladado tras su salida de la cárcel en El Salvador habría sido, precisamente, México.