La arbitraria expropiación del Acuario de Veracruz la condenaron miles de veracruzanos que se manifestaron en contra, mismos que fueron ignorados por los gobiernos estatal y federal.
El principio del fin de la economía venezolana se inició cuando el dictador Hugo Chávez recorría las calles de Caracas con su comitiva, señalaba un edificio o inmueble y preguntaba “¿qué hay ahí?”. Un miembro de su comitiva le decía: “una empresa”, a lo que en voz alta y en tono de una orden, decía: “exprópiese”.
Esa política redujo la inversión y la confianza. Empezó la salida de capitales, escasez de medicinas y viviendas, colas para comprar alimentos y emigración de millones de venezolanos.
En el estado de Veracruz, el gobernador de Morena repitió la política de ‘exprópiese’ al estatizar el Acuario de Veracruz. Utilizó como excusa la muerte de un manatí por falta de cuidados, pero la verdadera finalidad fue apoderarse de los ahorros que el patronato del acuario, formado por empresarios y ciudadanos que gratuitamente dirigían exitosamente el acuario, acumularon durante 30 años de operación. Mediante sus ingresos pagaban nómina, mantenimiento, mejoras y realizaban proyectos que convirtieron al acuario en uno de los atractivos turísticos más importantes del estado y de los mejores a nivel latinoamericano. El botín del que se apoderó el gobierno morenista de Veracruz llegó a los 120 millones de pesos.
Esa arbitraria expropiación la condenaron miles de veracruzanos que se manifestaron con protestas, las que fueron ignoradas por el gobierno veracruzano y el federal.
No es función de un gobierno administrar un acuario, sí enfocarse a reducir la violencia, garantizar la paz y crear un ambiente de seguridad jurídica que propicie la inversión y la creación de empleos productivos, que tanta falta hacen en el estado de Veracruz y en todo México.
Ojalá el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, profesor universitario, al igual que yo, rectifique su error de expropiar el acuario, y el presidente López Obrador no tome la actitud de Poncio Pilatos de lavarse las manos, ante un arbitrario acto expropiatorio en el estado de Veracruz, aludiendo la casi inexistente soberanía estatal.
El gobierno de México ha dado pasos parecidos a los del gobierno venezolano. Regresó al monopolio total de la extracción y comercialización del petróleo y la electricidad. El camino de monopolios estatales redujo el producto por habitante de Venezuela por abajo que el de Haití. Ojalá el gobierno mexicano rectifique ese camino y la arbitraria expropiación del Acuario de Veracruz, que recuerda el ‘exprópiese’ de Chávez.