El gobierno mexicano pretende que un tentáculo del Partido Comunista chino monitoree el contenido de carga y equipaje en la frontera, lo que sale a Estados Unidos y lo que de allá llega, dice Pablo Hiriart.
El gobierno mexicano parece empeñado en darse de patadas con Estados Unidos en el último tramo del sexenio.
Al vecino, que da trabajo a millones de mexicanos, quienes con sus remesas salvaron de la hambruna a vastas regiones de México durante la pandemia y sostienen nuestra moneda, le estamos pegando donde más les hace daño: en su seguridad nacional.
La administración del presidente López Obrador le entregó, sin concurso, la red informática de 14 puntos fronterizos con Estados Unidos a una empresa china, Nuctech, ligada al Partido Comunista del gigante asiático.
Hace menos de un año, el 18 de noviembre pasado, López Obrador dijo ante Biden y Trudeau que era indispensable avanzar en la integración económica entre Estados Unidos, Canadá y México, para hacer frente a la expansión comercial china
Y ahora le asigna a China proveer sistemas informáticos para escanear nuestra frontera con Estados Unidos.
Todd Robinson, subsecretario de Estado, se manifestó extrañado este lunes, pues “existen empresas de Estados Unidos y México que tienen la capacidad de producir un muy buen equipo que ambos países pueden usar”.
En una reunión en Washington expresó que China no tiene, “todavía”, el control informático de la frontera. “Eso no va a ocurrir”, dijo.
“El asunto de la tecnología china en la frontera es uno que estamos observando y lo tomamos con mucha seriedad, primero porque hay preocupaciones significativas de seguridad cuando estamos hablando de esa tecnología y de información de ida y vuelta entre Estados Unidos y México a través de esa tecnología. Dejamos en claro que eso no va a ocurrir”, subrayó.
Es decir, el gobierno mexicano pretende que un tentáculo del Partido Comunista chino monitoree el contenido de carga y equipaje en la frontera, lo que sale a Estados Unidos y lo que de allá llega.
Resulta razonable diferir, y fuerte, por cuestiones de principios con Estados Unidos, como se ha hecho por sus invasiones a Irak o a Panamá.
Pero darles una bofetada por un asunto de seguridad binacional, no es atentar contra México sin sentido estratégico, sino con un afán autodestructivo.
Si el gobierno mexicano necesita una bandera que unifique al país en torno suyo de cara a las elecciones presidenciales, que busque otras sin afectar a la nación.
Lo hecho no se trata de un descuido, sino de una provocación. Otra.
Hasta ahora las tenues respuestas del gobierno estadounidense a los desplantes de la 4T han apuntado bajo, con ubicación de residencias y posiblemente con la filtración de Guacamaya leaks.
Pero de culminarse la entrega del monitoreo de las aduanas en la frontera a los chinos, van a subir la mira y puede haber consecuencias para México.
Es un ataque directo a Estados Unidos, no sólo a Biden.
En China se producen los precursores químicos de las drogas sintéticas que envían a México, y los cárteles mexicanos la introducen ilegalmente a Estados Unidos.
Cada año mueren más de 100 mil estadounidenses por consumo de drogas –sintéticas en más de 60 por ciento de los casos–, cuyos precursores químicos, procedentes de China, son procesados en laboratorios clandestinos mexicanos y enviados a Estados Unidos en pastillas de fentanilo, principalmente .
China acaba de suspender, unilateralmente, los acuerdos con Estados Unidos sobre combate al tráfico de precursores de fentanilo.
Y se apresta a controlar la información del tráfico de productos en los puestos fronterizos de México con Estados Unidos.
Eso es más que una provocación al vecino: una puñalada.
En puerta está ir a un panel sobre controversias comerciales con Estados Unidos, en el marco del T-MEC. Llegar a esa disputa sería perjudicial para México y es preciso evitarla, ha dicho el propio canciller Ebrard.
Pero su jefe, en lugar de optar por la diplomacia en beneficio de los intereses nacionales, puso en la secretaría de Economía a una persona que no negocia, impone y atropella, Raquel Buenrostro.
¿De veras cree el gobierno que va a doblar a Estados Unidos con la misma facilidad con que Buenrostro dobló a empresarios mexicanos en litigios fiscales?
Desde luego que no. Se trata de chocar. Y chocar por una disputa comercial en la que Estados Unidos tiene la razón.
Ahora vamos al pleito por un asunto mucho más delicado: entregarle a China el control informático de la frontera.